A orillas de una laguna, por los lados del “Calvario”, de los borales, siendo su rocío, me encontré a Doña Teresa.
En los espejos que hacen en los charcos, los inviernos de mayo; irradiando reflejos de ternura, vi la pequeña figura, de la gran Doña Teresa.
En el vuelo planeante de las garzas de rojo con las garzas de blanco, hacia el caney de palmas lleva en su memoria, Doña Teresa, primorosas nostalgias.
La encontré bajo sol, que creo, también es mío; también, la hallo en el médano de la playa del río, Doña Teresa gusta de la luz de la Luna, tras éstos arreboles, tienes sus amoríos.
Las hojas del almendro, que alborota el verano; el mismo pajonal por la soberbia brisa, así es el sentimiento de la humilde Teresa, cuando el llano le besa, su pasión poetiza.
Mugir de vaca mansa, lazo, sabana y toro; faena cotidiana de su llano nativo, amanecer temprano, leche, espuma y camaza, es la naturaleza la que lleva consigo.
Guaratarito, es sombra que cobija, guaratarito, es su árbol, en sombra; allí reposan frescas, vivencias campesinas, del llano que fascina, a Teresa…la Doña.
Una mujer de llano, dicen que es Teresa, sin lograr entender lo que Teresa es, tiene tanto del llano, para grata sorpresa, que es, aunque no parezca, un LLANO DE MUJER.
A la Poetiza, matrona Teresa Amelia Gamarra Rico
ResponderEliminarCalabozo, Estado Guárico, Venezuela