”Los coleccionistas de ayeres”, cuya verdadera razón es la de juntar presentes, con el arribo a estos cincuenta años de haberse inaugurado la “Presa” del sistema Río Guárico, aquí en Calabozo, registrarán este hecho, por demás, especial, en sus libros fantásticos.
“Los caza instantes”, evocarán con esto, los ya desdibujados momentos que fueron génesis de este regio terraplén de recuerdos, de este remanso de nostalgias cincuentenarias.
El hombre convencido de que sus congéneres no nos fiamos ni de nuestras memorias ni de nuestras pupilas, recurre a la ciencia para hacerse creíble.
Y un flash en pleno día, refuerza la luz circundante y revela con detalles, toda la magia que resulta del “lago quimérico”, del “marjal sofístico”, para entonces lograr la “impresión”, que dará fe de su magnificencia sin igual.
Sin embargo, la imagen revelada, es inane, ineficaz, en cuanto y en tanto el resto de los sentidos no participen.
Ese dique, ese atajadero que no solamente de agua se llena; gota de rocío en la palma de la mano de DIOS, “empoza” sustancias de luces que los astros desparraman cuantiosamente sobre él, para hacerse más seductor como paisaje, ante los enamorados que cómplices lo buscan y lo admiran.
…El fagot del viento,
En canto desvelado,
Modula silbidos matutinos
En bocas de guijarros.
Ese dique, empoza la magia de la brisa, que calida se expande y nos bendice en las tediosas y sofocantes tardes “veraniegas”.
Empoza sueños y esperanzas, que el nativo afierra con garfios, mallas y redes zambullidas en la superficie blanda de su agua dulce y amarillenta.
…Al “gran malecón” que lo encamisa
Y lo salva del agua que lo enviste
La cola de un gran saurio pareciera ser vista
Tendida largo a largo por toda la planicie.
Ese embalse, encharca la savia, el vigor con lo que se robustecen y azucaran los exóticos y deseables “mangos”.
Empoza tiempos y estaciones; arremansa horas y minutos donde, hasta hoy, se resumen o se representan en años, que como sabemos, son 50.
¡Marina cincuentenaria!, espejo eres también donde se miran coquetas mis musas que por tímidas, esperan de la noche el conticinio, para luego tomar desinhibidas, sorbo a sorbo luz de luna llena en ti vertida.
¡Marina cincuentenaria!, cauce y ribera de piraguas, que traían de no sé dónde, pero que llevaban a Apure y a Nutrias, que mas quisiera ser el pasajero que compartió junto a aquel Bardo, la embarcación insigne de sus rutas.
¡Calabozo!, te miro; ¡Calabozo!, te aspiro; ¡Calabozo! te palpo; ¡Calabozo! te oigo…”sentidos” que con tu nombre sienten, cuando a historia me sabes; calabozo te vivo en el nombre que atrapa, en tu nombre que aprehende por entero mi YO.
Con La Voz de Miranda ¡Ver, Oír e…Informar! felicitamos a nuestro Calabozo lacustre.
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